¿Qué cree y enseña Iglesia Bíblica Cristiana?
Esta es una síntesis de nuestra doctrina:
1. Las Escrituras
Creemos que, "toda la Escritura es inspirada por Dios," por lo cual, entendemos que toda la Biblia es inspirada en el sentido de que hombres escogidos por Dios fueron movidos por el Espíritu Santo a escribir las palabras mismas de las Escrituras. Por lo tanto, creemos que la totalidad de la Biblia, en sus escritos, originales no contiene ningún error. (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21).
2. Dios
Creemos que, Dios existe eternamente en tres personas – el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo – y que estos tres son un solo Dios. Las tres personas comparten la misma naturaleza en todos sus aspectos, atributos y perfecciones, y son dignos de la misma honra, alabanza y obediencia. (Mateo 28:18-19; Marcos 12:29; 2 Corintios 13:14).
3. El hombre
Creemos que, el hombre fue creado a imagen de Dios, pero cayó en pecado y como consecuencia quedó espiritualmente muerto, bajo el poder y la condenación del pecado. Creemos que la muerte espiritual de Adán y Eva ha sido trasmitida a todos los seres humanos, con la excepción de Jesucristo Hombre. (Génesis 1:26; Romanos 3:10-19; Efesios 2:1-3).
4. La primera venida de Cristo
Creemos que, de acuerdo con la provisión y al propósito de Dios, tal como fue anunciado en las profecías de las Escrituras, el eterno Hijo de Dios vino a este mundo a manifestar a Dios a los hombres, a cumplir las profecías y a convertirse en el Redentor de la humanidad perdida. Para este propósito, adoptó una naturaleza y un cuerpo humanos y nació de la virgen María, mas en su humanidad fue libre de pecado (Lucas 1:30-35; Juan 1:18; Hebreos 4:15).
Creemos que, por Su infinito amor por los perdidos, Cristo aceptó voluntariamente la voluntad del Padre y se convirtió en el Cordero del sacrificio por los pecados de la humanidad, llevando sobre sí el juicio contra el pecado. Por tanto, su muerte es completamente substitutoria o vicaria – el justo por los injustos – y por medio de su muerte se convirtió en el Salvador de los perdidos (Juan 1:29; Romanos 3:25-26; 2 Corintios 5:14; Hebreos 10:5-14; 1 Pedro 3:18).
5. La salvación
Creemos que, debido a la muerte universal por causa del pecado, nadie puede entrar al reino de Dios, al menos que nazca de nuevo del Espíritu Santo, mediante la fe en Cristo como Salvador. Ningún grado de reformación o logro moral por elevado que sea, ningún estatus cultural o religioso por distinguido que sea, ningún bautismo o rito, sin importar la forma en la que haya sido administrado, puede ayudar al pecador a aproximarse al cielo después de su muerte, sino que, para la salvación, es absolutamente necesario que una nueva naturaleza sea impartida de lo alto y una nueva vida sea implantada por el Espíritu Santo, al momento del nuevo nacimiento de todo aquel que confía en Cristo como Salvador. Solamente los que sean salvos así, son hijos de Dios. (Isaías 64:6; Juan 3:7-18; Romanos 5:6-9; Tito 3:5).
Creemos que, el nuevo nacimiento del creyente ocurre solamente por medio de la fe en Cristo y que el arrepentimiento es parte vital del creer, y no es de forma alguna, por sí mismo, una condición separada e independiente de la salvación como tampoco lo son otros actos como la confesión, el bautismo, la oración y el servicio fiel a Dios o a los hombres (Juan 1:12; 3:16, 18, 36; 5:24; Romanos 1:16-17; 10:4).
6. Seguridad eterna
Creemos que, es el privilegio, no solamente de algunos, sino de todos lo que han nacido de nuevo, tener la seguridad de su salvación desde el momento en que aceptaron a Cristo como Salvador. Esta seguridad no se basa en los méritos o la capacidad del creyente, sino solamente en el testimonio de la Palabra de Dios. Lejos de ser una licencia para pecar, esta garantía debe motivar a los creyentes al amor filial, a la gratitud y a la obediencia a Dios (Lucas 10:20; 2 Timoteo 1:12; 1 Juan 5:13).
7. La segunda venida de Cristo
Creemos que, Jesucristo volverá personalmente a la Tierra con gran poder y gloria, para establecer el reino milenial, para neutralizar a Satanás y sus demonios, para redimir la naturaleza de la maldición del pecado, para hacer que Israel posea por completo la tierra prometida, así como también concederle la realización de las promesas que Dios le hizo bajo juramento. (Isaías 11:9; Ezequiel 37:21-28; Romanos 8:19-23; Apocalipsis 20:1-4).
Si desea más información acerca de nuestra doctrina, por favor, contáctenos por correo regular, electrónico o por teléfono.
1. Las Escrituras
Creemos que, "toda la Escritura es inspirada por Dios," por lo cual, entendemos que toda la Biblia es inspirada en el sentido de que hombres escogidos por Dios fueron movidos por el Espíritu Santo a escribir las palabras mismas de las Escrituras. Por lo tanto, creemos que la totalidad de la Biblia, en sus escritos, originales no contiene ningún error. (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21).
2. Dios
Creemos que, Dios existe eternamente en tres personas – el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo – y que estos tres son un solo Dios. Las tres personas comparten la misma naturaleza en todos sus aspectos, atributos y perfecciones, y son dignos de la misma honra, alabanza y obediencia. (Mateo 28:18-19; Marcos 12:29; 2 Corintios 13:14).
3. El hombre
Creemos que, el hombre fue creado a imagen de Dios, pero cayó en pecado y como consecuencia quedó espiritualmente muerto, bajo el poder y la condenación del pecado. Creemos que la muerte espiritual de Adán y Eva ha sido trasmitida a todos los seres humanos, con la excepción de Jesucristo Hombre. (Génesis 1:26; Romanos 3:10-19; Efesios 2:1-3).
4. La primera venida de Cristo
Creemos que, de acuerdo con la provisión y al propósito de Dios, tal como fue anunciado en las profecías de las Escrituras, el eterno Hijo de Dios vino a este mundo a manifestar a Dios a los hombres, a cumplir las profecías y a convertirse en el Redentor de la humanidad perdida. Para este propósito, adoptó una naturaleza y un cuerpo humanos y nació de la virgen María, mas en su humanidad fue libre de pecado (Lucas 1:30-35; Juan 1:18; Hebreos 4:15).
Creemos que, por Su infinito amor por los perdidos, Cristo aceptó voluntariamente la voluntad del Padre y se convirtió en el Cordero del sacrificio por los pecados de la humanidad, llevando sobre sí el juicio contra el pecado. Por tanto, su muerte es completamente substitutoria o vicaria – el justo por los injustos – y por medio de su muerte se convirtió en el Salvador de los perdidos (Juan 1:29; Romanos 3:25-26; 2 Corintios 5:14; Hebreos 10:5-14; 1 Pedro 3:18).
5. La salvación
Creemos que, debido a la muerte universal por causa del pecado, nadie puede entrar al reino de Dios, al menos que nazca de nuevo del Espíritu Santo, mediante la fe en Cristo como Salvador. Ningún grado de reformación o logro moral por elevado que sea, ningún estatus cultural o religioso por distinguido que sea, ningún bautismo o rito, sin importar la forma en la que haya sido administrado, puede ayudar al pecador a aproximarse al cielo después de su muerte, sino que, para la salvación, es absolutamente necesario que una nueva naturaleza sea impartida de lo alto y una nueva vida sea implantada por el Espíritu Santo, al momento del nuevo nacimiento de todo aquel que confía en Cristo como Salvador. Solamente los que sean salvos así, son hijos de Dios. (Isaías 64:6; Juan 3:7-18; Romanos 5:6-9; Tito 3:5).
Creemos que, el nuevo nacimiento del creyente ocurre solamente por medio de la fe en Cristo y que el arrepentimiento es parte vital del creer, y no es de forma alguna, por sí mismo, una condición separada e independiente de la salvación como tampoco lo son otros actos como la confesión, el bautismo, la oración y el servicio fiel a Dios o a los hombres (Juan 1:12; 3:16, 18, 36; 5:24; Romanos 1:16-17; 10:4).
6. Seguridad eterna
Creemos que, es el privilegio, no solamente de algunos, sino de todos lo que han nacido de nuevo, tener la seguridad de su salvación desde el momento en que aceptaron a Cristo como Salvador. Esta seguridad no se basa en los méritos o la capacidad del creyente, sino solamente en el testimonio de la Palabra de Dios. Lejos de ser una licencia para pecar, esta garantía debe motivar a los creyentes al amor filial, a la gratitud y a la obediencia a Dios (Lucas 10:20; 2 Timoteo 1:12; 1 Juan 5:13).
7. La segunda venida de Cristo
Creemos que, Jesucristo volverá personalmente a la Tierra con gran poder y gloria, para establecer el reino milenial, para neutralizar a Satanás y sus demonios, para redimir la naturaleza de la maldición del pecado, para hacer que Israel posea por completo la tierra prometida, así como también concederle la realización de las promesas que Dios le hizo bajo juramento. (Isaías 11:9; Ezequiel 37:21-28; Romanos 8:19-23; Apocalipsis 20:1-4).
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