EL PECADO IMPERDONABLE
Mateo 12:31–32 (RVR60) Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.
Marcos 3:28–29 (RVR60) De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; 29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.
Lucas 12:10 (RVR60) A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.
Como se aprecia en estos pasajes, los tres evangelios sinópticos se refieren al pecado imperdonable. En los tres, el contexto es el mismo – un exorcismo hecho por Jesús y la acusación de que Jesús echaba fuera demonios por el poder de Satanás. Sería un error igualar el pecado imperdonable con la incredulidad o interpretarlo como un rechazo a la obra del Espíritu Santo. Pablo hizo ambas cosas antes de su conversión – “Dios gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad (1 Timoteo 1:12-13).
El pecado imperdonable fue cometido cuando Jesús estuvo ministrando en la tierra, pero no es posible cometerlo en su ausencia. Según el contexto, el pecado imperdonable puede definirse como el rechazo al poder y la autoridad del Espíritu Santo obrando en Jesús y la atribución de ese poder y autoridad a Satanás. Jesús les dijo a sus acusadores que Dios perdonaría la blasfemia contra el Hijo, pero no contra el Espíritu. Ellos, teniendo ante sus propios ojos toda la evidencia de la verdad, acusaron al Señor de estar poseído por Satanás y de utilizar su poder para hacer sus obras. Ya que quien habitaba en Jesús era el Espíritu Santo y era por el poder del Espíritu que Jesús hacía sus obras, la acusación constituye una blasfemia, no contra Cristo sino contra el Espíritu Santo. Evidentemente esa situación se dio solamente cuando Jesús estuvo ministrando en la tierra y que hoy en día no es posible cometer el pecado imperdonable como los líderes religiosos judíos lo hicieron ante la presencia de Jesús.
Aquellos fariseos le acreditaron a Satanás lo que evidentemente y sin lugar a equivocación era una manifestación visible del poder divino. Por lo tanto, las condiciones en las cuales se comete la blasfemia contra el Espíritu Santo son, en primer lugar, que haya una manifestación inequívoca de la obra sobrenatural de Dios y no del hombre y en segundo lugar, que una persona en oposición deliberada, maligna e insultante al Espíritu Santo le acredite a Satanás aquello que es evidentemente obra de Dios.
Cuando el Espíritu de Dios convence al pecador y le muestra a Cristo como Salvador, es posible que esa persona ponga resistencia al Espíritu y rechace el testimonio de la Palabra de Dios, pero eso no significa que ya no tendrá ninguna otra oportunidad de ser salvo, tal como lo ilustra el caso del apóstol Pablo. Si eventualmente se arrepiente y cree, Dios lo perdona. El pecado no es imperdonable hasta que el incrédulo muera en su incredulidad; mientras esté vivo hay esperanza.
Muchos pasajes bíblicos advierten que no creer en Cristo como Salvador resulta en condenación eterna, pero la Biblia no define ninguno de ellos como el pecado imperdonable. Recordemos que el incrédulo ya está bajo condenación, por lo tanto, resulta vano decir que su rechazo definitivo de Cristo resulta en su condenación eterna. Pero eso no es el pecado imperdonable. De hecho, Jesús declaró que es posible que una persona no crea en Él y hasta hable en contra suya y aun así no cometer el pecado imperdonable. Por supuesto, un verdadero creyente nunca podría cometer el pecado imperdonable.
El único pecado imperdonable fue posible antes de la crucifixión del Señor. Después de la resurrección de Jesús, la Biblia no hace ninguna mención del pecado imperdonable contra el Espíritu Santo. En los textos bíblicos posteriores a la resurrección de Cristo, las diversas formas del término utilizado para “blasfemia” se utilizan unas 39 veces y ni una sola de ellas tiene que ver con una blasfemia imperdonable. Es razonable pensar que si fuera posible cometer el pecado imperdonable después de concluida la obra terrenal de Cristo, las Escrituras del Nuevo Testamento harían algún tipo de advertencia al respecto. Ciertamente, el apóstol Pablo quien escribió la mitad de los libros del Nuevo Testamento hubiera alertado de tal peligro. Pero Pablo ni siquiera menciona el pecado imperdonable ni habla de la blasfemia en contra del Espíritu Santo.
En conclusión, la blasfemia en contra del Espíritu Santo es el pecado de blasfemar el poder del Espíritu Santo para hacer milagros. Fue cometido por los fariseos que dijeron que los milagros de Jesús eran realizados por el poder de Satanás. No es un acto frívolo o ligero ni tampoco una imprudencia de la lengua sino una declaración categórica de lo que hay en el corazón. Tampoco es un pecado de ignorancia sino que se comete con pleno conocimiento de la verdad y ante la evidencia irrefutable de la misma. Es un intento por negar lo innegable. Este pecado es imperdonable porque la persona que lo comete nunca busca el perdón. En cambio, Dios permite que esa persona permanezca en su propia depravación. Obviamente, si fuera posible cometerlo, ese pecado podría ser cometido solamente por un incrédulo.
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BIBLIOGRAFÍA:
Beck, David R., Unpardonable Sin, ed. Chad Brand et al., Holman Illustrated Bible Dictionary (Nashville, TN: Holman Bible Publishers, 2003).
Combs, William W., The Blasphemy Against the Holy Spirit, Detroit Baptist Seminary Journal 9 (2004).
Elwell, Walter A. and Beitzel, Barry J., Baker Encyclopedia of the Bible (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988).
Franklin, Barnard, The Blasphemy Against the Holy Ghost: An Inquiry into the Scriptural Teaching Regarding the Unpardonable Sin, Bibliotheca Sacra 93, no. 370 (1936): 219. Bibliotheca Sacra 93, no. 370 (1936).
Warren W. Wiersbe, The Bible Exposition Commentary, vol. 1 (Wheaton, IL: Victor)
Mateo 12:31–32 (RVR60) Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.
Marcos 3:28–29 (RVR60) De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; 29 pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.
Lucas 12:10 (RVR60) A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado.
Como se aprecia en estos pasajes, los tres evangelios sinópticos se refieren al pecado imperdonable. En los tres, el contexto es el mismo – un exorcismo hecho por Jesús y la acusación de que Jesús echaba fuera demonios por el poder de Satanás. Sería un error igualar el pecado imperdonable con la incredulidad o interpretarlo como un rechazo a la obra del Espíritu Santo. Pablo hizo ambas cosas antes de su conversión – “Dios gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad (1 Timoteo 1:12-13).
El pecado imperdonable fue cometido cuando Jesús estuvo ministrando en la tierra, pero no es posible cometerlo en su ausencia. Según el contexto, el pecado imperdonable puede definirse como el rechazo al poder y la autoridad del Espíritu Santo obrando en Jesús y la atribución de ese poder y autoridad a Satanás. Jesús les dijo a sus acusadores que Dios perdonaría la blasfemia contra el Hijo, pero no contra el Espíritu. Ellos, teniendo ante sus propios ojos toda la evidencia de la verdad, acusaron al Señor de estar poseído por Satanás y de utilizar su poder para hacer sus obras. Ya que quien habitaba en Jesús era el Espíritu Santo y era por el poder del Espíritu que Jesús hacía sus obras, la acusación constituye una blasfemia, no contra Cristo sino contra el Espíritu Santo. Evidentemente esa situación se dio solamente cuando Jesús estuvo ministrando en la tierra y que hoy en día no es posible cometer el pecado imperdonable como los líderes religiosos judíos lo hicieron ante la presencia de Jesús.
Aquellos fariseos le acreditaron a Satanás lo que evidentemente y sin lugar a equivocación era una manifestación visible del poder divino. Por lo tanto, las condiciones en las cuales se comete la blasfemia contra el Espíritu Santo son, en primer lugar, que haya una manifestación inequívoca de la obra sobrenatural de Dios y no del hombre y en segundo lugar, que una persona en oposición deliberada, maligna e insultante al Espíritu Santo le acredite a Satanás aquello que es evidentemente obra de Dios.
Cuando el Espíritu de Dios convence al pecador y le muestra a Cristo como Salvador, es posible que esa persona ponga resistencia al Espíritu y rechace el testimonio de la Palabra de Dios, pero eso no significa que ya no tendrá ninguna otra oportunidad de ser salvo, tal como lo ilustra el caso del apóstol Pablo. Si eventualmente se arrepiente y cree, Dios lo perdona. El pecado no es imperdonable hasta que el incrédulo muera en su incredulidad; mientras esté vivo hay esperanza.
Muchos pasajes bíblicos advierten que no creer en Cristo como Salvador resulta en condenación eterna, pero la Biblia no define ninguno de ellos como el pecado imperdonable. Recordemos que el incrédulo ya está bajo condenación, por lo tanto, resulta vano decir que su rechazo definitivo de Cristo resulta en su condenación eterna. Pero eso no es el pecado imperdonable. De hecho, Jesús declaró que es posible que una persona no crea en Él y hasta hable en contra suya y aun así no cometer el pecado imperdonable. Por supuesto, un verdadero creyente nunca podría cometer el pecado imperdonable.
El único pecado imperdonable fue posible antes de la crucifixión del Señor. Después de la resurrección de Jesús, la Biblia no hace ninguna mención del pecado imperdonable contra el Espíritu Santo. En los textos bíblicos posteriores a la resurrección de Cristo, las diversas formas del término utilizado para “blasfemia” se utilizan unas 39 veces y ni una sola de ellas tiene que ver con una blasfemia imperdonable. Es razonable pensar que si fuera posible cometer el pecado imperdonable después de concluida la obra terrenal de Cristo, las Escrituras del Nuevo Testamento harían algún tipo de advertencia al respecto. Ciertamente, el apóstol Pablo quien escribió la mitad de los libros del Nuevo Testamento hubiera alertado de tal peligro. Pero Pablo ni siquiera menciona el pecado imperdonable ni habla de la blasfemia en contra del Espíritu Santo.
En conclusión, la blasfemia en contra del Espíritu Santo es el pecado de blasfemar el poder del Espíritu Santo para hacer milagros. Fue cometido por los fariseos que dijeron que los milagros de Jesús eran realizados por el poder de Satanás. No es un acto frívolo o ligero ni tampoco una imprudencia de la lengua sino una declaración categórica de lo que hay en el corazón. Tampoco es un pecado de ignorancia sino que se comete con pleno conocimiento de la verdad y ante la evidencia irrefutable de la misma. Es un intento por negar lo innegable. Este pecado es imperdonable porque la persona que lo comete nunca busca el perdón. En cambio, Dios permite que esa persona permanezca en su propia depravación. Obviamente, si fuera posible cometerlo, ese pecado podría ser cometido solamente por un incrédulo.
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BIBLIOGRAFÍA:
Beck, David R., Unpardonable Sin, ed. Chad Brand et al., Holman Illustrated Bible Dictionary (Nashville, TN: Holman Bible Publishers, 2003).
Combs, William W., The Blasphemy Against the Holy Spirit, Detroit Baptist Seminary Journal 9 (2004).
Elwell, Walter A. and Beitzel, Barry J., Baker Encyclopedia of the Bible (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988).
Franklin, Barnard, The Blasphemy Against the Holy Ghost: An Inquiry into the Scriptural Teaching Regarding the Unpardonable Sin, Bibliotheca Sacra 93, no. 370 (1936): 219. Bibliotheca Sacra 93, no. 370 (1936).
Warren W. Wiersbe, The Bible Exposition Commentary, vol. 1 (Wheaton, IL: Victor)