28 Capitulo 18 - Destrucción de la Babilonia política
Apocalipsis 18
Anuncio de la caída
Apocalipsis 18:1–3 (RVR60) Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. 2Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. 3Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.
El hecho de que este es otro ángel, indica que continúa la sucesión de ángeles, de los cuales el anterior fue el presentado en 17:1. Algunos interpretan la repetición, Ha caído, ha caído, como una descripción de las dos facetas de la caída de Babilonia, primero como sistema religioso y luego, como sistema político. La caída como sistema religioso, descrita en el Capítulo 17, probablemente ocurre cuando el Anticristo asume el rol de Dios, al comienzo de la Gran Tribulación. En el Capítulo 18, en cambio, el contexto parece indicar que Babilonia es considerada desde el aspecto político y económico en vez de religioso.
Este evento ocurre hacia el final de la Gran Tribulación, poco antes del regreso de Cristo a la tierra. Babilonia en su carácter político ha tenido sus tratos con todas las naciones, en lo que el pasaje describe como fornicación. Los gobernantes de estas naciones – los reyes de la tierra – han procurado los tratos deshonestos con la gran Babilonia y como resultado, los comerciantes de las naciones – los mercaderes de la tierra – han amasado una gran fortuna.
Apocalipsis 18:4–5 (RVR60) Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; 5porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.
El pueblo de Dios recibe la instrucción de salir de Babilonia, de una manera muy similar a la que Dios utilizó por medio del profeta Jeremías en la antigüedad, para instar a su pueblo a que saliera de Babilonia en aquellos tiempos, cuando Él la iba a castigar por sus abominaciones.
Jeremías 51:45 (RVR60) Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová.
El propósito de salir de Babilonia es doble. Primero, para no participar de sus pecados, y segundo, para no ser afectados por las plagas que iban a caer sobre ella. Estas plagas corresponden al derramamiento de las copas, tal como lo vimos en el Capítulo 16, especialmente la séptima copa que produce un gran terremoto que divide a la ciudad en tres partes (Apo. 16:18-19).
La mención de que los pecados de Babilonia han llegado hasta el cielo, como si se hubiesen amontonado uno sobre otro como se amontonan los ladrillos en una construcción, parece ser una alusión a la torre de Babel con la que comenzó la maldad de Babilonia (Gén. 11:5-9). En aquella ocasión, la intención de los hombres había sido construir una torre que llegara hasta el cielo. Ahora, al final de la carrera abominable de Babilonia, Dios se dispone a destruirla permanentemente, porque los pecados de ella han llegado hasta el cielo.
La sentencia sobre Babilonia
Apocalipsis 18:6–8 (RVR60) Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. 7Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; 8por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga.
Aquí se cumple la ley de la retribución, algunas veces llamada la ley del talión – ojo por ojo, diente por diente. Sin embargo, en este caso, en vista de la enormidad de su pecado, Babilonia recibirá una doble porción de juicio. La copa de iniquidad en la que Babilonia bebió es llenada con el doble de castigo. La misma ley de retribución se invoca en el versículo 7, en donde la medida del juicio se compara con la opulencia y la indiferencia en la que Babilonia ha vivido por siglos. A aquella quien se jactaba de sus privilegios, en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego. No hay misericordia para aquella que a través de la Historia ha sido LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA (Apo. 17:5).
El lamento de los reyes de la tierra
Apocalipsis 18:9–10 (RVR60) Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, 10parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!
Algunos intérpretes creen que la antigua Babilonia será reconstruida como capital del imperio mundial del Anticristo, por lo tanto, lo anunciado en estos versículos tiene que ver con esa ciudad reconstruida. Otros identifican a Babilonia como Roma, sobre la base de la descripción de sus siete monte en Apocalipsis 17:9.
Es posible que Roma sea la capital eclesiástica, mientras que Babilonia reconstruida sea la capital política y comercial del imperio. Otra posibilidad es que Roma sea la capital durante los primeros tres años y medio de la Tribulación y Babilonia lo sea durante los tres años y medio de la Gran Tribulación. Cualesquiera que sea su ubicación, el hecho de que es quemada representa la severidad de su devastación y lo terminal de su caída, por lo cual los reyes de la tierra se asombrarán al ver la destrucción de aquella ciudad que parecía invencible.
La expresión, llorarán y harán lamentación, indica que harán un lamento vocal audible y se darán golpes de pecho. Tanto en sonido como en significado, el lamento es como el lamento de aquellos que lloran la muerte de un ser querido. Además, el lamento de ellos está acompañado de temor de que el mismo juicio que ha caído sobre Babilonia, también caiga sobre ellos. Por lo cual, se lamentan parándose lejos por el temor de su tormento.
El lamento de los comerciantes de la tierra
Apocalipsis 18:11–19 (RVR60) Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías; 12mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; 13y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. 14Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás.
Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, 16y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! 17Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; 18y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? 19Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!
Los comerciantes de todo el mundo lloran y se lamentan porque aquella ciudad que representaba la prosperidad de sus negocios ha sido destruida. Al igual que los reyes de la tierra, los mercaderes de la tierra se pararán lejos por el temor de su tormento y verán subir el humo de la ciudad en llamas. Todas las grandes riquezas de Babilonia – riquezas de oro, de plata, de piedras preciosas y de perlas, son consumidas por el fuego y quedan en nada.
El lamento de los mercaderes no es precisamente por la ciudad sino porque las grandes ganancias que obtenían de su comercio con ella han desaparecido. ¡Qué apropiadas resultan las palabras del Señor Jesús con respecto a los tesoros terrenales!
Mateo 6:19-21 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Regocijo en el cielo por la destrucción de Babilonia
Apocalipsis 18:20–24 (RVR60) Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.
21Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada. 22Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. 23Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones. 24Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.
Mientras que los gobernantes y los comerciantes de la tierra hacen lloro y lamento por la caída de Babilonia, a los santos, apóstoles y profetas que están en el cielo se les dice que deben alegrarse porque finalmente Dios ha hecho justicia.
La visión de un ángel poderoso arrojando una gran piedra de molino al mar ilustra la estrepitosa caída de Babilonia. El final definitivo de Babilonia en todas sus formas será ejecutado por Dios al final de la Gran Tribulación. Babilonia, la gran ciudad, nunca más será hallada.
Desde su aparición en Génesis 11, históricamente Babilonia, simbolizada por la torre que pretendía llegar hasta el cielo, se propuso mantener la unión del mundo por medio de una misma religión y un mismo lenguaje. Dios desbarató ese plan confundiendo el lenguaje de los hombres y esparciéndolos por toda la tierra. Luego, Babilonia, eclesiásticamente simbolizada por la mujer descrita en Apocalipsis 17, nuevamente se propone unir al mundo bajo una misma religión. Ese sistema religioso es destruido por la bestia en Apocalipsis 17:16, en cumplimiento a lo que ha sido determinado por Dios (Apo. 17:17).
Finalmente, la Babilonia política, simbolizada por la gran ciudad descrita en Apocalipsis 18, se propone a imponer su dominio mundial por medio de un solo sistema de comercio y de gobierno. Ese sistema comercial y político es destruido por Jesucristo en su Segunda Venida (Apo. 19:11-21).
Ya habiendo visto la destrucción de la Babilonia religiosa y la Babilonia política en los Capítulos 17 y 18, ahora viene el evento culminante del Libro de Apocalipsis: La Segunda Venida de Cristo y el establecimiento de su reino milenario en la tierra.
Anuncio de la caída
Apocalipsis 18:1–3 (RVR60) Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. 2Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. 3Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.
El hecho de que este es otro ángel, indica que continúa la sucesión de ángeles, de los cuales el anterior fue el presentado en 17:1. Algunos interpretan la repetición, Ha caído, ha caído, como una descripción de las dos facetas de la caída de Babilonia, primero como sistema religioso y luego, como sistema político. La caída como sistema religioso, descrita en el Capítulo 17, probablemente ocurre cuando el Anticristo asume el rol de Dios, al comienzo de la Gran Tribulación. En el Capítulo 18, en cambio, el contexto parece indicar que Babilonia es considerada desde el aspecto político y económico en vez de religioso.
Este evento ocurre hacia el final de la Gran Tribulación, poco antes del regreso de Cristo a la tierra. Babilonia en su carácter político ha tenido sus tratos con todas las naciones, en lo que el pasaje describe como fornicación. Los gobernantes de estas naciones – los reyes de la tierra – han procurado los tratos deshonestos con la gran Babilonia y como resultado, los comerciantes de las naciones – los mercaderes de la tierra – han amasado una gran fortuna.
Apocalipsis 18:4–5 (RVR60) Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; 5porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.
El pueblo de Dios recibe la instrucción de salir de Babilonia, de una manera muy similar a la que Dios utilizó por medio del profeta Jeremías en la antigüedad, para instar a su pueblo a que saliera de Babilonia en aquellos tiempos, cuando Él la iba a castigar por sus abominaciones.
Jeremías 51:45 (RVR60) Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová.
El propósito de salir de Babilonia es doble. Primero, para no participar de sus pecados, y segundo, para no ser afectados por las plagas que iban a caer sobre ella. Estas plagas corresponden al derramamiento de las copas, tal como lo vimos en el Capítulo 16, especialmente la séptima copa que produce un gran terremoto que divide a la ciudad en tres partes (Apo. 16:18-19).
La mención de que los pecados de Babilonia han llegado hasta el cielo, como si se hubiesen amontonado uno sobre otro como se amontonan los ladrillos en una construcción, parece ser una alusión a la torre de Babel con la que comenzó la maldad de Babilonia (Gén. 11:5-9). En aquella ocasión, la intención de los hombres había sido construir una torre que llegara hasta el cielo. Ahora, al final de la carrera abominable de Babilonia, Dios se dispone a destruirla permanentemente, porque los pecados de ella han llegado hasta el cielo.
La sentencia sobre Babilonia
Apocalipsis 18:6–8 (RVR60) Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. 7Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; 8por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga.
Aquí se cumple la ley de la retribución, algunas veces llamada la ley del talión – ojo por ojo, diente por diente. Sin embargo, en este caso, en vista de la enormidad de su pecado, Babilonia recibirá una doble porción de juicio. La copa de iniquidad en la que Babilonia bebió es llenada con el doble de castigo. La misma ley de retribución se invoca en el versículo 7, en donde la medida del juicio se compara con la opulencia y la indiferencia en la que Babilonia ha vivido por siglos. A aquella quien se jactaba de sus privilegios, en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego. No hay misericordia para aquella que a través de la Historia ha sido LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA (Apo. 17:5).
El lamento de los reyes de la tierra
Apocalipsis 18:9–10 (RVR60) Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, 10parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!
Algunos intérpretes creen que la antigua Babilonia será reconstruida como capital del imperio mundial del Anticristo, por lo tanto, lo anunciado en estos versículos tiene que ver con esa ciudad reconstruida. Otros identifican a Babilonia como Roma, sobre la base de la descripción de sus siete monte en Apocalipsis 17:9.
Es posible que Roma sea la capital eclesiástica, mientras que Babilonia reconstruida sea la capital política y comercial del imperio. Otra posibilidad es que Roma sea la capital durante los primeros tres años y medio de la Tribulación y Babilonia lo sea durante los tres años y medio de la Gran Tribulación. Cualesquiera que sea su ubicación, el hecho de que es quemada representa la severidad de su devastación y lo terminal de su caída, por lo cual los reyes de la tierra se asombrarán al ver la destrucción de aquella ciudad que parecía invencible.
La expresión, llorarán y harán lamentación, indica que harán un lamento vocal audible y se darán golpes de pecho. Tanto en sonido como en significado, el lamento es como el lamento de aquellos que lloran la muerte de un ser querido. Además, el lamento de ellos está acompañado de temor de que el mismo juicio que ha caído sobre Babilonia, también caiga sobre ellos. Por lo cual, se lamentan parándose lejos por el temor de su tormento.
El lamento de los comerciantes de la tierra
Apocalipsis 18:11–19 (RVR60) Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías; 12mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; 13y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. 14Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás.
Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, 16y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! 17Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; 18y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? 19Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada!
Los comerciantes de todo el mundo lloran y se lamentan porque aquella ciudad que representaba la prosperidad de sus negocios ha sido destruida. Al igual que los reyes de la tierra, los mercaderes de la tierra se pararán lejos por el temor de su tormento y verán subir el humo de la ciudad en llamas. Todas las grandes riquezas de Babilonia – riquezas de oro, de plata, de piedras preciosas y de perlas, son consumidas por el fuego y quedan en nada.
El lamento de los mercaderes no es precisamente por la ciudad sino porque las grandes ganancias que obtenían de su comercio con ella han desaparecido. ¡Qué apropiadas resultan las palabras del Señor Jesús con respecto a los tesoros terrenales!
Mateo 6:19-21 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Regocijo en el cielo por la destrucción de Babilonia
Apocalipsis 18:20–24 (RVR60) Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.
21Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada. 22Y voz de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. 23Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz de esposo y de esposa se oirá más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones. 24Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra.
Mientras que los gobernantes y los comerciantes de la tierra hacen lloro y lamento por la caída de Babilonia, a los santos, apóstoles y profetas que están en el cielo se les dice que deben alegrarse porque finalmente Dios ha hecho justicia.
La visión de un ángel poderoso arrojando una gran piedra de molino al mar ilustra la estrepitosa caída de Babilonia. El final definitivo de Babilonia en todas sus formas será ejecutado por Dios al final de la Gran Tribulación. Babilonia, la gran ciudad, nunca más será hallada.
Desde su aparición en Génesis 11, históricamente Babilonia, simbolizada por la torre que pretendía llegar hasta el cielo, se propuso mantener la unión del mundo por medio de una misma religión y un mismo lenguaje. Dios desbarató ese plan confundiendo el lenguaje de los hombres y esparciéndolos por toda la tierra. Luego, Babilonia, eclesiásticamente simbolizada por la mujer descrita en Apocalipsis 17, nuevamente se propone unir al mundo bajo una misma religión. Ese sistema religioso es destruido por la bestia en Apocalipsis 17:16, en cumplimiento a lo que ha sido determinado por Dios (Apo. 17:17).
Finalmente, la Babilonia política, simbolizada por la gran ciudad descrita en Apocalipsis 18, se propone a imponer su dominio mundial por medio de un solo sistema de comercio y de gobierno. Ese sistema comercial y político es destruido por Jesucristo en su Segunda Venida (Apo. 19:11-21).
Ya habiendo visto la destrucción de la Babilonia religiosa y la Babilonia política en los Capítulos 17 y 18, ahora viene el evento culminante del Libro de Apocalipsis: La Segunda Venida de Cristo y el establecimiento de su reino milenario en la tierra.