29 Capitulo 19 - Las Bodas Del Cordero
Apocalipsis 19:1-10
Alabanzas a Dios por su justicia
Este capítulo nos da una descripción del evento más grandioso de la Historia, la Segunda Venida de Cristo, la cual es como un eslabón entre la Tribulación y el reino milenario de Cristo en la Tierra. El último gran imperio de los hombres está a punto de ser reemplazado por el reino de Dios en la Tierra – un reino que al final del Milenio se extenderá por la eternidad. El Señor ya vino a recoger a su novia – la Iglesia – en el Arrebatamiento. Ahora, está por celebrarse la fiesta de bodas.
Apocalipsis 19:1–3 (RVR60) Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; 2porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella. 3Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.
La reivindicación que estos mártires habían estado reclamando desde tiempo atrás, por fin se ha consumado. Dios ha castigado a la gran ramera que no solamente llenó al mundo de corrupción sino que también persiguió y mató a los siervos de Dios. Ahora el gran clamor de sus voces exalta la justicia divina.
Apocalipsis 6:10–11 (RVR60) Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? 11Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
La gran multitud de creyentes en el cielo declara que los juicios de Dios sobre Babilonia han sido justos y verdaderos y Dios es alabado por haber juzgado a la gran ramera y haber vengado la sangre de los creyentes que fueron muertos durante la Tribulación.
Apocalipsis 19:4–6 (RVR60) Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! 5Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes. 6Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
Los veinticuatro ancianos, que cuando estudiamos el Capítulo 4 fueron interpretados como una representación de la Iglesia en el cielo, junto con los cuatro seres vivientes, que fueron interpretados como seres angelicales dedicados a velar el trono de Dios, se unen a las alabanzas de los santos en el cielo y adoran a Dios.
Anuncio de las bodas del Cordero
Apocalipsis 19:7–8 (RVR60) Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
En medio de la alabanzas a Dios, la gran multitud anuncia que han llegado las bodas del Cordero. Algunos afirman que esto tendrá lugar en el cielo, pero el texto bíblico no nos dice dónde será la celebración. Obviamente, será después de la destrucción de Babilonia. Pero si esto ocurre al final de la Gran Tribulación, la cual es seguida inmediatamente por la Segunda Venida de Cristo, entonces, podría asumirse que la celebración tendrá lugar en la tierra, en relación al retorno del Señor.
Es importante recordar que según la interpretación de un Arrebatamiento pretribulacional, la gran multitud en el cielo, compuesta por los santos mártires de la Tribulación, es un grupo diferente a la esposa del Cordero, o sea, la Iglesia.
Las costumbres del mundo antiguo con respecto al matrimonio eran muy variadas, pero básicamente incluían tres cosas: 1) Un contrato matrimonial ejecutado por los padres, cuando los hijos aun eran niños. 2) Después, cuando la pareja había alcanzado la edad apropiada, se hacía una ceremonia en la que el novio, acompañado de sus amigos, iba a la casa de la novia para llevarla a la casa de él. 3) En la casa del novio se hacía la fiesta con todos los invitados.
La relación de Cristo con su Iglesia sigue un patrón muy similar. El contrato matrimonial se ejecutó cuando la Iglesia fue redimida. Cada persona nacida de nuevo es unida a Cristo en matrimonio. Luego, Cristo viene por su Iglesia en el Arrebatamiento. Lo que sigue es la fiesta de bodas. El Señor ya ha reclamado a su novia, la Iglesia, y la ha tomado por esposa. De tal manera que en este pasaje no se anuncia la unión matrimonial sino la fiesta de bodas, la cual varios intérpretes la han relacionado con la comunión de la Iglesia con el Señor en el cielo, después del Arrebatamiento o con el reino milenario en la tierra.
La hermosura del traje de bodas de la esposa consiste de las acciones justas de los santos. Esto es una referencia a las buenas obras hechas por aquellos que habiendo nacido de nuevo por la fe en Jesucristo, ya han sido justificados – declarados libres de culpa – delante de Dios. Por lo tanto, no son buenas obras para obtener la salvación sino buenas obras realizadas por los que ya han sido salvos por la fe. Por eso se les describen como las acciones justas de los santos.
Según Efesios 5, la obra de santificación de vida está siendo avanzada en los nacidos de nuevo por el Señor Jesucristo, con vista a ese día en que Él tomará para sí a su novia, la Iglesia, y la hará su esposa.
Efesios 5:25–27 (RVR60) …Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
La obra presente de la santificación es diferente a la obra pasada de la justificación. La justificación es un acto de Dios, mediante el cual el creyente es declarado justo delante de Dios. La santificación de vida, en cambio, es la obra de Dios en el creyente para que su vida espiritual en la tierra esté cada vez más al nivel de su posición espiritual en el cielo.
Es posible que el lino fino, limpio y resplandeciente sea parte de la recompensa recibida por los creyentes en el Tribunal de Cristo por el servicio fiel de ellos.
Apocalipsis 19:9–10 (RVR60) Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. 10Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
El versículo 9 establece la diferencia entre la esposa – la Iglesia – y los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero, o sea, los invitados, quienes aparentemente son los santos del Antiguo Testamento y los santos de la Tribulación.
Al oír las palabras verdaderas de Dios, Juan se postró a los pies del ángel para adorarle, pero el ángel mismo lo detuvo diciéndole que la adoración es algo reservado solamente para Dios. Aunque se trata de un ángel, este se identifica como consiervo de Juan, en el sentido de que ambos son criaturas puestas al servicio de Dios y de sus santos.
La expresión, el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía, significa que en su esencia, la profecía está designada para poner de manifiesto todo lo que Jesús es. En esta era presente, el Espíritu Santo está no solamente para glorificar a Cristo sino también para mostrarles a los creyentes las cosas que habrán de venir, a través de las cuales se manifestará la majestad de Jesucristo. Él es la figura central de la Biblia y el tema principal de la profecía.
Alabanzas a Dios por su justicia
Este capítulo nos da una descripción del evento más grandioso de la Historia, la Segunda Venida de Cristo, la cual es como un eslabón entre la Tribulación y el reino milenario de Cristo en la Tierra. El último gran imperio de los hombres está a punto de ser reemplazado por el reino de Dios en la Tierra – un reino que al final del Milenio se extenderá por la eternidad. El Señor ya vino a recoger a su novia – la Iglesia – en el Arrebatamiento. Ahora, está por celebrarse la fiesta de bodas.
Apocalipsis 19:1–3 (RVR60) Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro; 2porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella. 3Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube por los siglos de los siglos.
La reivindicación que estos mártires habían estado reclamando desde tiempo atrás, por fin se ha consumado. Dios ha castigado a la gran ramera que no solamente llenó al mundo de corrupción sino que también persiguió y mató a los siervos de Dios. Ahora el gran clamor de sus voces exalta la justicia divina.
Apocalipsis 6:10–11 (RVR60) Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? 11Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
La gran multitud de creyentes en el cielo declara que los juicios de Dios sobre Babilonia han sido justos y verdaderos y Dios es alabado por haber juzgado a la gran ramera y haber vengado la sangre de los creyentes que fueron muertos durante la Tribulación.
Apocalipsis 19:4–6 (RVR60) Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya! 5Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes. 6Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
Los veinticuatro ancianos, que cuando estudiamos el Capítulo 4 fueron interpretados como una representación de la Iglesia en el cielo, junto con los cuatro seres vivientes, que fueron interpretados como seres angelicales dedicados a velar el trono de Dios, se unen a las alabanzas de los santos en el cielo y adoran a Dios.
Anuncio de las bodas del Cordero
Apocalipsis 19:7–8 (RVR60) Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
En medio de la alabanzas a Dios, la gran multitud anuncia que han llegado las bodas del Cordero. Algunos afirman que esto tendrá lugar en el cielo, pero el texto bíblico no nos dice dónde será la celebración. Obviamente, será después de la destrucción de Babilonia. Pero si esto ocurre al final de la Gran Tribulación, la cual es seguida inmediatamente por la Segunda Venida de Cristo, entonces, podría asumirse que la celebración tendrá lugar en la tierra, en relación al retorno del Señor.
Es importante recordar que según la interpretación de un Arrebatamiento pretribulacional, la gran multitud en el cielo, compuesta por los santos mártires de la Tribulación, es un grupo diferente a la esposa del Cordero, o sea, la Iglesia.
Las costumbres del mundo antiguo con respecto al matrimonio eran muy variadas, pero básicamente incluían tres cosas: 1) Un contrato matrimonial ejecutado por los padres, cuando los hijos aun eran niños. 2) Después, cuando la pareja había alcanzado la edad apropiada, se hacía una ceremonia en la que el novio, acompañado de sus amigos, iba a la casa de la novia para llevarla a la casa de él. 3) En la casa del novio se hacía la fiesta con todos los invitados.
La relación de Cristo con su Iglesia sigue un patrón muy similar. El contrato matrimonial se ejecutó cuando la Iglesia fue redimida. Cada persona nacida de nuevo es unida a Cristo en matrimonio. Luego, Cristo viene por su Iglesia en el Arrebatamiento. Lo que sigue es la fiesta de bodas. El Señor ya ha reclamado a su novia, la Iglesia, y la ha tomado por esposa. De tal manera que en este pasaje no se anuncia la unión matrimonial sino la fiesta de bodas, la cual varios intérpretes la han relacionado con la comunión de la Iglesia con el Señor en el cielo, después del Arrebatamiento o con el reino milenario en la tierra.
La hermosura del traje de bodas de la esposa consiste de las acciones justas de los santos. Esto es una referencia a las buenas obras hechas por aquellos que habiendo nacido de nuevo por la fe en Jesucristo, ya han sido justificados – declarados libres de culpa – delante de Dios. Por lo tanto, no son buenas obras para obtener la salvación sino buenas obras realizadas por los que ya han sido salvos por la fe. Por eso se les describen como las acciones justas de los santos.
Según Efesios 5, la obra de santificación de vida está siendo avanzada en los nacidos de nuevo por el Señor Jesucristo, con vista a ese día en que Él tomará para sí a su novia, la Iglesia, y la hará su esposa.
Efesios 5:25–27 (RVR60) …Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
La obra presente de la santificación es diferente a la obra pasada de la justificación. La justificación es un acto de Dios, mediante el cual el creyente es declarado justo delante de Dios. La santificación de vida, en cambio, es la obra de Dios en el creyente para que su vida espiritual en la tierra esté cada vez más al nivel de su posición espiritual en el cielo.
Es posible que el lino fino, limpio y resplandeciente sea parte de la recompensa recibida por los creyentes en el Tribunal de Cristo por el servicio fiel de ellos.
Apocalipsis 19:9–10 (RVR60) Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. 10Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
El versículo 9 establece la diferencia entre la esposa – la Iglesia – y los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero, o sea, los invitados, quienes aparentemente son los santos del Antiguo Testamento y los santos de la Tribulación.
Al oír las palabras verdaderas de Dios, Juan se postró a los pies del ángel para adorarle, pero el ángel mismo lo detuvo diciéndole que la adoración es algo reservado solamente para Dios. Aunque se trata de un ángel, este se identifica como consiervo de Juan, en el sentido de que ambos son criaturas puestas al servicio de Dios y de sus santos.
La expresión, el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía, significa que en su esencia, la profecía está designada para poner de manifiesto todo lo que Jesús es. En esta era presente, el Espíritu Santo está no solamente para glorificar a Cristo sino también para mostrarles a los creyentes las cosas que habrán de venir, a través de las cuales se manifestará la majestad de Jesucristo. Él es la figura central de la Biblia y el tema principal de la profecía.