02 Lo que sucederá después - Capt 5 - El Cordero y el libro sellado
El Cordero y el libro selladoLa visión del trono de Dios continúa en este capítulo 5, pero ahora, la atención se centra en un libro sellado con siete sellos y en Aquel que es declarado como único digno de recibir el libro y abrirlo.
El libro sellado
Apocalipsis 5:1 En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por ambos lados y sellado con siete sellos.
En la antigüedad, normalmente los rollos eran escritos por un solo lado. El rollo en la visión, en cambio, está escrito por ambos lados, dando así a entender lo extenso de su contenido. El tema del escrito son los eventos que Dios ha determinado que ocurrirán en el mundo al final de los tiempos, los cuales se describen a partir del capítulo 6 de Apocalipsis.
Aparentemente los sellos están en los bordes del rollo, de tal manera que los sellos tienen que ser rotos en sucesión para que el escrito pueda ser desenrollado y leído. Nuevamente, el simbolismo del número siete se hace presente, esta vez para dar a entender la privacidad absoluta del rollo. Cuando llegue el momento fijado por Dios en la Historia, los sellos serán rotos y los eventos descritos en el rollo tendrán lugar en la Tierra.
¿Quién es digno?
Apocalipsis 5:2-5 También vi a un ángel poderoso que proclamaba a gran voz: «¿Quién es digno de romper los sellos y de abrir el rollo?» 3 Pero ni en el cielo ni en la tierra, ni debajo de la tierra, hubo nadie capaz de abrirlo ni de examinar su contenido. 4 Y lloraba yo mucho porque no se había encontrado a nadie que fuera digno de abrir el rollo ni de examinar su contenido. 5 Uno de los ancianos me dijo: «¡Deja de llorar, que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido! Él sí puede abrir el rollo y sus siete sellos.»
Ante la ausencia de alguien digno de abrir el libro, uno de los ancianos le notifica a Juan que Uno a quien él identifica como el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha sido hallado digno de hacerlo, en virtud de la obra que Él ya ha realizado.
La designación León de la tribu de Judá con respecto a Jesucristo, está relacionada con la profecía de que la sucesión legítima de reyes de Israel provendría de la tribu de Judá. Esa sucesión alcanzará su punto climático cuando el único gobernante legítimo y absoluto de la Tierra – Jesucristo el Mesías – venga en un futuro.
Génesis 49:9-10 Mi hijo Judá es como un cachorro de león que se ha nutrido de la presa. Se tiende al acecho como león, como leona que nadie se atreve a molestar. 10 El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey, quien merece la obediencia de los pueblos.
La designación raíz de David está relacionada con una profecía de Isaías en la que se anuncia que de la descendencia de David, cuyo padre es Isaí, vendría el Mesías.
Isaías 11:10 En aquel día se alzará la raíz de Isaí como estandarte de los pueblos; hacia él correrán las naciones, y glorioso será el lugar donde repose.
Jesucristo es digno de abrir el libro, porque ya Él ha vencido. Él venció en la cruz del Calvario, cuando por medio de su sacrificio voluntario derrotó a Satanás.
Colosenses 2:15 (RVR60) … Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Ya que su victoria fue por medio del sacrificio, Jesucristo, quien fue anunciado como el León de la tribu de Judá, ahora es descrito como un Cordero.
Apocalipsis 5:6 Entonces vi, en medio de los cuatro seres vivientes y del trono y los ancianos, a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29, 36), fue sacrificado por nuestros pecados cuando vino por primera vez. En aquella ocasión, Él vino humilde y como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca (Isaías 53:7). Ahora, con relación a los juicios que vendrán sobre la Tierra al final de los tiempos, Él es visto como un Cordero, pero un Cordero con absoluto poder: Tenía siete cuernos. Los cuernos simbolizan poder y el hecho de que son siete, simboliza poder absoluto.
El texto identifica los siete ojos como los siete espíritus de Dios, lo cual es otra designación para el Espíritu Santo de Dios, similar a las siete antorchas ardientes ya mencionadas en Apocalipsis 4:5. Solamente que en esta ocasión son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra, lo cual es posiblemente una alusión al hecho de que después de su Ascensión a los cielos, Jesucristo envió al Espíritu Santo al mundo (Jn. 16:7).
Es posible también que sea una referencia a que el poder mediante el cual el Mesías prevalecerá no será poder humano sino el poder del Espíritu.
Zacarías 4:6 Así que el ángel me dijo: «Ésta es la palabra del Señor para Zorobabel: » “No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu—dice el Señor Todopoderoso—.
El Cordero es digno
Apocalipsis 5:7-10 Se acercó y recibió el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. 8 Cuando lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios. 9 Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. 10 De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.»
El hecho de que el Cordero toma el libro de la mano de Dios el Padre, es evidencia de que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha recibido el juicio y el poder sobre la Tierra. De esta verdad también habló el profeta Daniel.
Daniel 7:13-14 »En esa visión nocturna, vi que alguien con aspecto humano venía entre las nubes del cielo. Se acercó al venerable Anciano y fue llevado a su presencia, 14 y se le dio autoridad, poder y majestad. ¡Todos los pueblos, naciones y lenguas lo adoraron! ¡Su dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su reino jamás será destruido!
Jesucristo desplegará su autoridad durante la Tribulación, cuando ejecute los juicios sobre el mundo y sus habitantes y también cuando regrese a la Tierra y establezca su reino milenario.
Ante la persona de Jesucristo se postran los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos, quienes traen arpas para la adoración y también presentan copas de oro llenas de incienso, que representan las oraciones de los creyentes. Este simbolismo también aparece en Apocalipsis 8:3-4, como también en los Salmos.
Salmos 141:2 (RVR60) Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde.
La idea es que cuando los creyentes en la Tierra oran, sus oraciones se elevan como el humo del incienso y llegan hasta la presencia misma del Señor.
El Cordero es digno de tomar el libro, romper sus sellos y abrirlo por razón de su victoria, de la cual el cántico de adoración menciona tres aspectos: 1) Su sacrificio; 2) La adquisición del pueblo de Dios mediante el precio de su sangre; 3) La transformación de los redimidos en reyes y sacerdotes.
En el cántico de la adoración celestial se proclama el alcance de la obra de redención del Cordero, con relación a la humanidad. En el grupo de los redimidos están incluidas personas de toda raza, lengua, pueblo y nación. El objetivo de la Gran Comisión de hacer discípulos de todas las naciones (Mat. 28:19-20) se verá realizado, ya que estas son personas que un día estuvieron bajo la ira de Dios, pero que en virtud de la obra del Cordero han sido hechos sacerdotes y reyes. El privilegio que inicialmente le fue conferido al pueblo de Israel bajo el pacto antiguo, le es extendido a todos los creyentes bajo el nuevo pacto en la sangre de Cristo.
Éxodo 19:5-6 Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi pacto, serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones. Aunque toda la tierra me pertenece, 6 ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” »Comunícales todo esto a los israelitas.»
1 Pedro 2:9-10 Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. 10 Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido.
La parte final del canto afirma categóricamente que los redimidos por el Cordero un día reinarán sobre la Tierra. Ese período del reino milenario del Mesías con su pueblo en la Tierra, así como el reino en la gloria se mencionan en Apocalipsis 20 al 22.
Seguidamente, una cantidad innumerable de ángeles se une a la adoración siendo presentada al Cordero.
Apocalipsis 5:11-12 Luego miré, y oí la voz de muchos ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era millares de millares y millones de millones. 12 Cantaban con todas sus fuerzas: «¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!»
En círculos concéntricos en torno al Cordero, los seres vivientes, los veinticuatro ancianos y las huestes angelicales se unen en un poderoso coro de alabanza: Cantaban con todas sus fuerzas.
La expresión millares de millares y millones de millones traduce lo que en el griego del Nuevo Testamento es la máxima expresión numérica, ya que el número diez mil era el número más grande que ese lenguaje podía expresar. De tal manera que esto no representa un intento de Juan por determinar el número de ángeles sino que expresa una multitud que en cualquier lenguaje resulta incalculable.
La creación entera adora al Cordero
El punto climático de la adoración celestial al Cordero llega cuando toda la creación se une en reconocimiento y alabanza de Aquel que ha sido hallado digno para ejecutar el plan soberano de Dios para la humanidad.
Apocalipsis 5:13-14 Y oí a cuanta criatura hay en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, a todos en la creación, que cantaban: «¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!» 14 Los cuatro seres vivientes exclamaron: «¡Amén!», y los ancianos se postraron y adoraron.
El Espíritu Santo también le reveló al apóstol Pablo la verdad de que como Soberano único, el Señor Jesucristo será un día reconocido y adorado como el Señor.
Filipenses 2:9-11 Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Conceptos clave
- Dios tiene determinado un plan garantizado, mediante el cual Él condenará la maldad de los incrédulos y recompensará a los justificados en Cristo.
- Jesucristo es el único digno de ejecutar hasta su plena consumación el plan soberano de Dios. Él es digno no solamente por quién es Él sino por la obra de redención que llevó a cabo, por medio de su sacrificio voluntario, venciendo a Satanás y sus huestes de maldad en la cruz.
- El mismo Señor Jesucristo, que vino por primera vez al mundo revestido de humildad, es quien ahora tiene todo el poder, la autoridad y la soberanía para gobernar y juzgar sobre todo y sobre todos.
- Las oraciones de los que han nacido de nuevo por la fe en Jesucristo no son un vano ejercicio religioso. Ellas llegan hasta el trono de Dios como olor fragante ante su presencia.
- El plan de Dios para la redención de los pecadores no conoce de las diferencias raciales y los prejuicios sociales propios de este mundo. El pueblo de Dios congregado en el cielo tendrá representantes de todos los pueblos, naciones y lenguas.
- La creación entera le canta alabanzas al Cordero con todas sus fuerzas. ¿Por qué habríamos nosotros de hacer menos?