08 6:9-17 - Quinto y Sexto Sellos
Apocalipsis 6:9-11 (RVR60) Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 10Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? 11Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
Los mártires de la Tribulación
Con la ruptura del quinto sello, la visión de Juan se traslada de regreso al cielo. Las almas que Juan ve pertenecen a personas que se convertirán durante la Tribulación. Muchos de esos creyentes serán perseguidos y muertos por causa de su fe por el sistema del Anticristo, tal como lo anunció el Señor Jesucristo que ocurrirá durante la Tribulación.
Mateo 24:9 (RVR60) Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.
Es muy posible que en aquellos días, la gran mayoría de los confíen en Cristo como Salvador sean perseguidos hasta la muerte. Esto parece confirmarlo el Capítulo 7, en donde hay otra visión de los que han salido de la gran tribulación (7:14), así como el Capítulo 13, en donde a la bestia se le permite hacer guerra contra los santos y vencerlos (13:7).
Juan ve las almas y no los cuerpos de aquellos creyentes muertos, puesto que sus cuerpos aun no han sido resucitados. La resurrección de los santos de la Tribulación tendrá lugar al término de los siete años, cuando Cristo regrese.
Juan afirma que vio las almas de los creyentes bajo el altar, lo cual seguramente tiene relación simbólica al hecho de que en los sacrificios del Antiguo Testamento la sangre de las víctimas se derramaba al pie o debajo del altar.
Éxodo 29:12 (RVR60) Y de la sangre del becerro tomarás y pondrás sobre los cuernos del altar con tu dedo, y derramarás toda la demás sangre al pie del altar.
En el contexto del Antiguo Testamento, la sangre representa la vida (Lev. 17:11). De tal manera que en este pasaje, las almas de los mártires bajo el altar son un indicio de que sus vidas fueron entregadas en sacrificio para la gloria de Dios. Estos creyentes, en efecto, serán sacrificados por causa de su fe, lo cual para los cristianos a través de la historia ha sido considerado un privilegio, pues el sacrificio de sus vidas es para la gloria y honra de Dios, tal como lo tenía en mente el apóstol Pablo.
Filipenses 2:17-18 (NVI) Y aunque mi vida fuera derramada sobre el sacrificio y servicio que proceden de su fe, me alegro y comparto con todos ustedes mi alegría. 18 Así también ustedes, alégrense y compartan su alegría conmigo.
Juan reporta que las almas de los creyentes muertos claman a Dios para que les dé a sus asesinos su justa retribución, pero por lo pronto solamente reciben vestiduras blancas – símbolo de la justicia que tienen en Cristo – y la noticia que la Tribulación aun no ha terminado y que otros creyentes deben sufrir el martirio al igual que ellos, antes de que el juicio de Dios venga sobre los malignos y los justos sean librados. Evidentemente, Dios ha determinado el número total de mártires, así como los eventos que han de ocurrir hasta el último día de la historia de la humanidad.
Los que moran en la tierra es una expresión para referirse a los incrédulos, la cual se repite varias veces en Apocalipsis (3:10; 8:13; 11:10; 13:8, 12; 17:2, 8). De esos moradores de la tierra se ocuparán los eventos que se desencadenarán con la ruptura del sexto sello.
El sexto sello
Apocalipsis 6:12-17 (RVR60) Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; 13y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. 14Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. 15Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; 16y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; 17porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?
El cosmos en confusión
Existe controversia entre los intérpretes en cuanto al carácter de los eventos cósmicos descritos en este pasaje. Las interpretaciones van desde lo simbólico hasta lo puramente literal, pasando por lo real. En el extremo simbólico, algunos los interpretan como cambios radicales en el gobierno humano, así como en las tradiciones y conceptos de la sociedad. Entre los que adoptan una interpretación literal, existe el reconocimiento de que la descripción está cargada de figuras y símbolos propios de las profecías de los últimos tiempos, los cuales es necesario interpretarlos de forma realista aunque no puramente literal. Por ejemplo, Robert Mounce opina lo siguiente:
Los detalles en esta dramática descripción de un universo en confusión son tomados del repertorio apocalíptico común de ese tiempo; no deben tomarse con completa literalidad. Los que leyeron por primera vez la descripción de Juan no se hubiesen molestado en debatir si esos detalles debían tomarse literalmente o no. Eran parte de una tradición bien establecida que pasando por la literatura apocalíptica contemporánea, se remontaban a las más tempranas descripciones del día del Señor.[1]
De tal manera que algunos, aunque no niegan que efectivamente ocurrirán eventos catastróficos en aquellos tiempos, no creen que ocurrirán tal como se describen en el texto bíblico. Otros, en cambio, prefieren interpretar este pasaje en un sentido literal. Como evidencia a su interpretación citan la reacción por parte de los pobladores de la tierra, quienes en desesperación buscarán escapar por medio de la muerte.
Lo cierto es que los elementos del juicio divino que se mencionan en este pasaje son comunes a otros pasajes que tienen que ver con el final de los tiempos. Por ejemplo, el Señor Jesús predijo que habría terremotos.
Mateo 24:7-8 (RVR60) Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. 8Y todo esto será principio de dolores.
Otros pasajes en Joel e Isaías, como los que aparecen a continuación, también mencionan los mismos fenómenos cósmicos.
Joel 2:10 (RVR60) Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.
Joel 2:30-31 (RVR60) Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. 31El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.
Isaías 13:9-13 (RVR60) He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. 10Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. 11Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes. 12Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre. 13Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira.
Isaías 34:4 (RVR60) Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera.
El gran día de su ira (Apo. 6:17) no se refiere a un período de 24 horas sino a todo el período de la gran Tribulación, cuando Dios juzgará al mundo impío culminando con el retorno triunfal de Cristo en su Segunda Venida.
[1] Mounce, Robert H., The New International Commentary on the New Testament, The Book of Revelation, p. 161.