26 Capitulo 16 - Los juicios de las copas
En el Capítulo 13 vimos que a los habitantes de la tierra se les ordena adorar a la bestia mediante una imagen erigida con ese propósito (13:14-15). En el Capítulo 14, Dios hace por medio de uno de sus ángeles una severa advertencia.
Apocalipsis 14:9–10 (RVR60) Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 10él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero…
El gran capítulo de la Biblia
Ahora, en el Capítulo 16, ese vino de la ira de Dios comenzará a derramarse sobre los adoradores de la bestia mediante el derramamiento de las siete copas de la ira de Dios.
Apocalipsis 16:1 (RVR60) Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.
La gran voz es obviamente la voz de Dios, la cual proviene del templo. La palabra, gran, corresponde al griego megas, de donde viene la palabra “mega” que significa “grande” o “un millón”. Esta palabra se repite once veces en el Capítulo 16 de Apocalipsis, por lo cual este ha sido denominado “el gran capítulo de la Biblia”.
La primera copa
Apocalipsis 16:2 (RVR60) Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
A diferencia de los juicios anteriores, este juicio es específicamente dirigido sobre los hombres, particularmente sobre aquellos que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen. El juicio viene en la forma de graves llagas que producen intenso dolor y aflicción. Este juicio es similar a la plaga de úlceras que Dios envió sobre los egipcios y que afectó no solamente a las personas sino también a los animales (Éxo. 9:9-11).
La segunda copa
Apocalipsis 16:3 (RVR60) El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.
Nuevamente, aquí encontramos otro paralelo con una de las plagas de Egipto, específicamente con la plaga de sangre, mediante la cual, las aguas del Nilo se convirtieron en sangre y los peces murieron (Éxo. 7:20-21). La gran diferencia es que en el caso de Apocalipsis, el juicio es universal o por lo menos, sobre el mar Mediterráneo.
Es posible que las aguas del mar no se conviertan literalmente en sangre sino que adquieran una apariencia como de sangre, creando un espectáculo repugnante y mortal, pues a raíz de esta transformación murió todo ser vivo que había en el mar.
La tercera copa
Apocalipsis 16:4–7 (RVR60) El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. 5Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. 6Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. 7También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
Además de las aguas del mar, ahora las aguas de los ríos, así como las de las fuentes de aguas o manantiales también se convirtieron en sangre.
El ángel de las aguas declara que debido a que los impíos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, Dios es justo al retribuir la maldad de ellos dándoles a beber sangre; pues lo merecen. Esto que podría parecerle a muchas personas como un castigo cruel y excesivo es la justa retribución de parte del Señor Dios Todopoderoso, quien es justo y santo, cuyos juicios son verdaderos y justos. Por esta razón, la declaración de justicia hecha por el ángel de las aguas es confirmada por otro ángel, quien se pronuncia de igual forma desde el altar.
La cuarta copa
Apocalipsis 16:8–9 (RVR60) El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. 9Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
El derramamiento de la cuarta copa resulta en un considerable incremento de la intensidad del sol, lo cual provoca que las personas sean quemadas con el gran calor. Esta es la segunda vez que se utiliza la palabra griega megas en este capítulo.
A pesar de la severidad de este juicio, en lugar de arrepentirse, los hombres… blasfemaron el nombre de Dios… y no se arrepintieron para darle gloria. Esto, no obstante de estar plenamente conscientes de que estas cosas provenían directamente de Dios. El concepto de que muchas personas se arrepentirían si tan solo vieran una manifestación del poder de Dios queda completamente desmentido por la repetida negativa del corazón humano endurecido a volverse a Dios, tal como se observa a lo largo de este capítulo. De hecho, la persistencia humana de negarse a reconocer a Dios y darle gloria ha sido una actitud constante en la humanidad desde la entrada del pecado.
Romanos 1:21–23 (RVR60) Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22Profesando ser sabios, se hicieron necios, 23y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
La quinta copa
Apocalipsis 16:10–11 (RVR60) El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, 11y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.
Este juicio también tiene su paralelo en Éxodo 10:21-23, cuando Dios, por medio de Moisés, envió densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días. En el caso de Apocalipsis, el reino del Anticristo se sume en la oscuridad, empeorando aun más el sufrimiento que ya había venido como resultado de las úlceras provocadas por el derramamiento de la primera copa y de las quemaduras de sol provocadas por el derramamiento de la cuarta copa. El sufrimiento y la angustia eran tales que mordían de dolor sus lenguas, pero aun así no se arrepintieron de sus obras sino que nuevamente blasfemaron contra el Dios del cielo.
La sexta copa
Apocalipsis 16:12–16 (RVR60) El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente. 13Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; 14pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. 15He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. 16Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
Mediante este juicio, el gran río Éufrates se seca para formar un camino por el cual se desplazará una invasión proveniente del oriente. Esta es la tercera ocasión en este capítulo que se usa el término griego megas, esta vez con respecto al río Éufrates. Este río, el cual es uno de los más prominentes en el mundo, forma lo que fue la frontera oriental del antiguo imperio romano, como también lo que será la frontera oriental del territorio que Dios le prometió a la descendencia de Abraham – la Tierra Prometida (Gén. 15:18; Deut. 1:7; 11:24; Jos. 1:4).
Génesis 15:18 (RVR60) En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates…
Instigados por demonios, los reyes de la tierra se reúnen para la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso, de la cual Él saldrá victorioso y ellos serán aniquilados. El camino formado por el cauce seco del Éufrates facilitará la llegada de los ejércitos de los reyes del oriente, quienes descenderán al Oriente Medio para participar de aquel conflicto mundial. Esta es la cuarta instancia de la palabra megas en este capítulo, aquí para referirse a aquel gran día del Dios Todopoderoso, ya que en ese día la omnipotencia de Dios se demostrará de forma contundente.
En este punto surge la pregunta cómo es que todos estos ejércitos marchan a la guerra siendo que en ese momento habrá un gobierno mundial controlado por Satanás y el Anticristo. Algunos han interpretado esto como una reunión de fuerzas militares en anticipación a la Segunda Venida de Cristo. Otros, en cambio, opinan que seguramente esto se debe a un conflicto entre las naciones de la tierra hacia finales de la Gran Tribulación, cuando el imperio del Anticristo comience a resquebrajarse. Sin embargo, estos ejércitos se unen en contra de Cristo cuando comience a manifestarse en los cielos su Segunda Venida.
Zacarías 14:1–4 (RVR60) He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos. 2Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. 3Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. 4Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur.
La expresión, he aquí, yo vengo como ladrón, da a entender que esto será un evento repentino e inesperado (Mat. 24:43-44; Luc. 12:39-40; 1 Tes. 5:2-4; 2 P. 3:10). Para los habitantes de la tierra, este será un día de juicio, mientras que para los santos sobrevivientes de la Gran Tribulación será un día de bienaventuranza.
Se ha hablado mucho con respecto al significado del nombre Armagedón, el cual aparece en la Biblia solamente en este versículo y que para algunos quiere decir, “monte de la matanza” o “monte de los ejércitos”. A pesar de que el texto bíblico dice que en hebreo aquel lugar se llama Armagedón, ese nombre no aparece en ninguna parte en ese lenguaje y su derivación es desconocida. La explicación más común es que ar significa “montaña” o “montañas” y magedón se refiere a Meguido, una ciudad mencionada en el Antiguo Testamento, cerca de la cual tuvieron lugar muchas batallas importantes (Jue. 5:19; 2 R. 23:29ss; 2 Cró. 35:22). Por esta razón, muchos han relacionado a Armagedón con la ubicación geográfica del monte Meguido (parte del sistema montañoso del monte Carmelo), al extremo noroccidental del valle de Jezreel, cerca de la costa. Sin embargo, siendo que el lenguaje del texto es apocalíptico, es posible que Armagedón no se use aquí como el nombre de un lugar en particular sino como un término simbólico de aquel conflicto final.
La séptima copa
Apocalipsis 16:17–21 (RVR60) El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. 18Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. 19Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. 20Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. 21Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.
En el griego, la expresión, Hecho está, corresponde a una sola palabra (gegonen) que expresa que la acción ya ha sido completada. Esto indica que la séptima copa es el acto final de Dios que precede a la Segunda Venida de Cristo.
Al igual que el séptimo sello y la séptima trompeta (Apo. 8:5; 11:19), la séptima y última copa está acompañada de relámpagos y voces y truenos, y además de eso de un gran temblor de tierra – un terremoto tan grande, que no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Aquí están la quinta y la sexta instancias de la palabra megas en este capítulo, ahora para describir la magnitud del movimiento telúrico. La séptima y octava instancias están en el versículo 19 con referencia a la gran ciudad y a la gran Babilonia.
Algunos intérpretes consideran que la gran ciudad es una referencia a Jerusalén, mientras que la gran Babilonia se refiere a la ciudad del Anticristo. Otros en cambio, consideran que ambas expresiones son con respecto a Babilonia, la cual será completamente destruida. Existe también controversia en cuanto a la interpretación del nombre Babilonia. Mientras que unos lo interpretan como una referencia a Roma como la Babilonia espiritual, otros lo entienden como una referencia a la ciudad de Babilonia reconstruida a orillas del Éufrates. Como quiera que sea, es obvio que esta gran Babilonia es objeto del juicio de Dios, mediante el cual Él le dará el cáliz del vino del ardor de su ira. Donde sea que esté ubicada, esta ciudad será físicamente arrasada inmediatamente antes del regreso de Cristo. También ocurrirán grandes cambios topográficos en todo el mundo. Lógicamente, todos estos fenómenos causarán una gran mortandad y un inmenso caos entre los habitantes de la tierra.
Como si fuera poco, cayó del cielo… un enorme granizo que pesaba alrededor de cien libras. Esta es la décima vez que megas se utiliza en este capítulo, ahora para describir el tamaño del granizo. Con todo y eso, los impíos se negaron a arrepentirse y otra vez blasfemaron contra Dios, en esta ocasión, específicamente por la plaga del granizo, pues su plaga fue sobremanera grande. Con esta descripción se completan las once veces que la palabra griega megas se utiliza en este capítulo.
Cronológicamente, lo que ocurrirá después de esta catástrofe es el gran evento que comienza a describirse en Apocalipsis 19:11 – la Segunda Venida de Cristo para establecer su reino milenario en la tierra.
Apocalipsis 19:11 (RVR60) Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Pero antes de llegar a eso, el texto de Apocalipsis nos describe en los Capítulos 17 y 18 la destrucción final de la gran Babilonia. Con este tema en particular continuaremos nuestro estudio.